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sábado, 14 de agosto de 2010

Los abogados jamás deberían hacerle una pregunta a una abuela

Los abogados jamás deberían hacerle una pregunta a una abuela, si no se encuentran preparados para la respuesta
Dicen que durante un juicio en un pequeño pueblo, el abogado acusador llamó al estrado a su primera testigo, una mujer de avanzada edad
El abogado se acerca y le pregunta:

“Sra. Sánchez: ¿sabe usted quién soy yo?”

Ella, con la calma que dan los años, le respondió: “Si señor, le conozco, Sr. López.
Le conozco desde que era un niño, y francamente le digo que usted resultó ser una gran decepción para sus padres.

Siempre miente, cree saber de todo, es muy prepotente, abusivo, engaña a su esposa, y lo peor de todo, manipula a las personas.

Se cree el mejor de todos, cuando en realidad no es usted nadie.

Sí señor, le conozco muy bien....”

Un pesado silencio invadió la sala...

El abogado se quedó perplejo, sin saber exactamente qué hacer.

Entonces, apuntando hacia la sala, le preguntó a la Sra. Sánchez:

“¿Conoce al abogado de la defensa?”

Nuevamente, y con la misma calma, ella le respondió: “Claro que sí.

Yo también conozco al Sr. García desde que era un niño.

Se parece mucho a usted, pero aparte también es un zángano, marrullero y corrupto. Desde chiquillo fue flojo, y ahora, cuando se toma unos tragos, le sale lo maricón.

Para su desgracia tiene problemas con la bebida. No puede tener una relación normal con nadie y, junto con usted, son los peores abogados de la región.

Sin mencionar que él engaña a su esposa con tres mujeres diferentes, una de ellas la esposa suya, ¿recuerda?

Sí señor, yo conozco al Sr. García. Su mamá tampoco está orgullosa de él”
El abogado de la defensa casi cae muerto.

Entonces, el juez llama a los dos abogados para que se acerquen al estrado, y les dice:

“Si alguno de ustedes, par de hijoputas, le pregunta a esta vieja si me conoce a mí, ¡les mando a la silla eléctrica!”

martes, 10 de agosto de 2010

Muerto el perro, muerta la rabia

Poco a poco se ha ido extendiendo el uso de esa frase para hechos más cotidianos en los que no necesariamente debe haber víctimas, sino que se usa cuando se percibe que algún mal termina cuando se extermina el elemento que lo causa.


Por ejemplo: Había mucho ruido en clase y como el profesor vió que Juan era el que incitaba a sus compañeros a hablar fuerte, le sacó de la clase. Así, muerto el perro se acabó la rabia.
Otro ejemplo: En la oficina se dieron cuenta de que Santorin estaba enfrentando a unos empleados contra otros, lo cual estaba causando un mal ambiente de trabajo, así que el jefe decidió despedirla y la relación entre los compañeros volvió a ser cordial. Muerto el perro, se acabó la rabia.

El último ejemplo de hoy. El otro día María llevaba unas sandalias muy bonitas pero que le hacían mucho daño en los pies. Como no podía soportar más el dolor, decidió quitárselas y seguir caminando descalza, con lo que el dolor provocado por el roce de las sandalias desapareció. Muerto el perro se acabó la rabia.

Entonces ya sabes, si está en vuestra mano hacerlo y no cometes ninguna ilegalidad ni matas a nadie, elimina de tu día a día todas aquellas cosas que os hacen daño o perjudican. Seguro que serán más felices!